A menudo me encuentro en una situación similar, ya que el nombre por el que mi prometido me conoce (y prefiere) no es mi nombre de nacimiento, lo que ha hecho que los preparativos de nuestra boda sean un poco más complicados.
En mi experiencia, las personas que cuestionan tu nombre y piden uno diferente, “apropiado”, creen que tienen derecho a hacerlo, ya sea porque
En esencia, entra en conflicto con su idea de lo que es propio o, en algunos casos, con lo que consideran como un hecho (más sobre eso más adelante), basado en cualquier autoridad que sigan.
Caso 1: No quieren decir nada despreciable
Algunos simplemente se sienten más cómodos con lo familiar, y rechazan cualquier cosa fuera de lo común por costumbre. Para algunas personas, esto incluye apodos. También pueden ser muy curiosos. La gente en esta categoría a menudo puede ser convencida dándoles una narración del origen del nombre o por qué es el nombre elegido. A menudo hemos tenido que decirle a la gente
“Me llamaron así por una mujer rusa que mis padres conocieron cuando estaban embarazados”
o
“No, no soy irlandés, pero estoy en una banda de folk y nos conocimos en un festival”. “
Necesitan una razón para dejar su zona de confort, y al ofrecer una explicación, les ayudas a superar la disonancia cognitiva y al mismo tiempo creas asociaciones que pueden hacer más fácil recordar un nombre inusual (para ellos).
La gente mayor también puede percibir que no decirles tu nombre de nacimiento es deshonesto o descortés. En este caso, un simple
Mi nombre de nacimiento es Frederick, pero nadie me llama así.
podría hacer el truco.
Caso 2: Creen que saben más
He conocido a algunas personas conservadoras (muy comunes en los funcionarios públicos, donde la idea se refuerza por los requisitos de su trabajo y la cultura) que no diferenciaban entre la letra de la ley (de nuevo, mundana o religiosa) y la realidad física. Si (lo correcto) alguien imprimía su nombre en un papel, ese era su nombre, y estar en desacuerdo era afirmar una obvia falsedad.
En general, la gente así no cambia, y no conoce un término medio. Tu mejor apuesta es ni siquiera ofrecerles una alternativa al nombre que les diste, o en su defecto, recordarles, cada vez, que lo que te están llamando no es lo que quieres que te llamen, y si no se detienen, señala que están siendo deliberadamente maleducados y pregúntales por qué.
Averiguar cuál es cuál
De tu descripción, no estoy seguro de en qué categoría caen los padres de tu amigo. Puede que tú tampoco lo sepas. En caso de duda, siempre asumo el caso 1 y avanzo "por la escalera” desde ofrecer una anécdota, a preguntarles cortésmente, a confrontarlos (en un tono de hechos, no de acusación) con tu visión de sus acciones.
Si aceptan usar tu nombre preferido, genial. Si se niegan rotundamente, bueno, han dejado clara su postura y usted sabe cuál es su posición.